"En plena selva congoleña, en el corazón verde de África central, se observa una estampa singular. Dos miembros de una tribu de pigmeos están sentados frente a un ordenador. Tienen sensores en sus mejillas y sus frentes y auriculares en las orejas. Los ojos cerrados, con concentración. Es su primera vez escuchando a Wagner. A más de 10.000 kilómetros de allí, en Montreal, un grupo de canadienses hace lo mismo. Solo que lo que ellos escuchan son los cánticos de la tribu para vencer el miedo en la caza, levantar el ánimo de un pesar u honrar a un muerto
Tal es el experimento que han presentado en la plataforma de divulgación científica Frontiers investigadores de la Universidad McGill de Montreal y de la Universidad Technische de Berlín. La conclusión, para uno de sus responsables, el investigador y psicólogo musical Hauke Egermann (Brake, Alemania, 1981) es toda una sorpresa: “Las respuestas biológicas de ambos grupos fueron muy similares. Aunque la hipótesis de partida era que el efecto de la música podría ser universal, no me esperaba que entre dos culturas con tanta brecha la confirmáramos”, explica Egermann. La brecha de la que habla es ciertamente enorme, ya que no solo la tribu no había oído jamás música occidental, sino que su modo de vida no incluye la electricidad, ni ninguna de las ventanas al mundo como radio o televisión que vienen con ella".
http://elpais.com/elpais/2015/01/08/ciencia/1420672954_338028.html
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http://journal.frontiersin.org/Journal/10.3389/fpsyg.2014.01341/full